Su caso fue conocido hace unos meses en todo el mundo cuando
se decidió a pedir ayuda. Manuel Uribe, el hombre más obeso del mundo, no podía
más. Desde entonces, numerosos organismos se volcaron en prestarle todo el
apoyo que necesitaba. Ahora, y gracias a investigadores del del Instituto
Tecnológico de Massachusetts (MIT), Manuel ha bajado 180 kilogramos en nueve
meses; hoy sólo pesa 380 kilogramos.
A nueve meses de iniciar el tratamiento por elefantiasis,
Uribe, de 41 años de edad, probará una nueva tecnología para bajar de peso, una
sustancia que los médicos llaman "superaceite de pescado" para
acelerar la perdida de volumen.
Uribe Garza, de 41 años de edad, señaló que hasta hoy
utiliza la llamada "dieta de la zona" a base de proteínas y
carbohidratos de baja densidad, además de suplementos como Omega 3 -a base de
aceite de pescado-.
Destacó los avances en la reducción de su peso, aunque una
erisipela le ha provocado retención de líquidos en sus dos piernas.
"Llevaba 176 kilos bajados, pero ahorita con esa
erisipela, me ha provocado retención de líquidos", señaló sentado en su
cama especial de su domicilio, ubicado en San Nicolás de los Garza.
La especialista en linfedema, Adriana del Solar Flores,
explicó que dichos líquidos no representan grasa y se drenarán en un tiempo
corto. Apuntó que Uribe Garza tiene linfedema grado 4, denominada elefantiasis
en piernas, muslos y pies, pero su evolución "es lenta, pero favorable, lo
importante es no desesperarnos".
Desde hace unos seis meses se le proporciona masaje
linfático, dieta, pues los ejercicios es "casi imposible realizarlos por
el grado de obesidad que tiene", comentó Flores.
Por su parte, el investigador del MIT, Barry Sears, explicó
que se ha desarrollado "una nueva era" de aceite de pescado, con
propiedades antiinflamatorias más potentes, el cual "permite al cuerpo
quemar y perder exceso de grasa de una manera más rápida".
Señaló que Manuel fue el primero en utilizarlo, "pero
solamente teníamos para suplirle en un mes", sin embargo, lograron que sus
piernas se redujeron en volumen, al igual que la calidad de piel del paciente.
Confirmó que al retornar a la antigua fórmula de aceite de pescado, se vio
reducción de grasas y tumores, "ahora tenemos suficiente materia prima,
adecuada para esta nueva fórmula, para que a Manuel no le falte".
En los próximos seis meses esperan "una pérdida
acelerada del exceso de peso de masa corporal, especialmente en sus piernas".
Al mismo tiempo, "vamos a darle una variedad más amplia de alimentos
-innovadores con el uso de tecnologías- para ayudarle a controlar las hormonas
que mantienen bajo control el hambre".
Barry Sears resaltó que en los nueve meses que Uribe lleva
de tratamiento, éste pasó "de ser un paciente con alto riesgo
cardiovascular a tener una química sanguínea equivalente al hombre más sano en
todo México".
Ahora con este "superaceite de pescado", esperan
progreso en la meta de un peso de 100 kilogramos en un lapso de entre cuatro y
cinco años.
El aceite de pescado, fabricado en Estados Unidos, se
utiliza desde años atrás, pero no se contaba con la suficiente materia prima
para usarlo a mayor escala.
La vida de Manuel Uribe nunca ha sido fácil. Incluso estuvo
a punto de pegarse un tiro que acabara con cinco años postrado en una cama
viendo cómo su cuerpo crecía hasta salirse del colchón matrimonial que
soportaba sus casi 600 kilos de peso.
Hasta que su historia saltó a los medios de comunicación,
Manuel Uribe se hundía en la depresión y la soledad de un polígono industrial
de la ciudad de Monterrey. Sólo su madre esparcía con paciencia samaritana los
tres botes diarios de pomadas y ungüentos que necesitaba para rebajar la
irritación y las llagas que provocaban pliegues y más pliegues de piel: 580
kilos de carne y casi dos metros de altura que terminaron por convertirse en un
desafío para médicos de medio mundo.
Records
Manuel se dormía intentando acabar las frases. Apenas tenía
fuerzas para cubrir sus dos inmensas piernas con la sábana. Ahora, casi un año
después, todo es distinto en su vida, y la esperanza ya no tiene forma de
Biblia, sino de aceite de pescado. Si todo sigue así, Manuel Uribe volverá a
andar por sí mismo. Y es que la última vez que salió a la calle lo había hecho
en una grúa.
Pero hasta que apareció el remedio y la atención médica
personalizada, Manuel había probado sin éxito "libros, fajas reductoras, batidos,
pastillas, hierbas y todos aquello que aparecía en televisión".
Desahuciado y deprimido, fue a médicos, endocrinólogos, psicólogos y hasta se
dejó rociar con sangre de borrego por un curandero.
Paradójicamente todos los análisis de sangre señalaban que
estaba sano, no tenía colesterol, ni el azúcar alto y su alimentación a base de
frijoles, huevos y leche tampoco era la respuesta al incontrolado aumento de
peso. Nadie acertaba con la solución a un problema que parecía ir más allá de
la alimentación.
Médicos españoles, italianos, estadounidenses y mexicanos se
interesaron entonces por su caso, pero ha sido el afortunado Barry Sears quien
ha dado con la solución.
Hombre
A pesar de su renovada ilusión, Manuel modera su optimismo
recordando experiencias anteriores. Hace cinco años, patrocinado por una marca
de píldoras de adelgazamiento, consiguió reblandecer la gran bola de mas de 100
kilos en que se había convertido su tripa. Logrado el primer paso, un grupo de
médicos le hizo una lipectomía con la que consiguieron quitarle 80 kilos. La
operación fue retransmitida por un canal de televisión y las fotos de aquel
momento, con los médicos aireando el trofeo, parecían más propias de un
matadero que de un hospital.
El anestesista no logró dormir por completo su cuerpo y
Manuel aún recuerda como sentía que hurgaban en su interior cuando, en
realidad, el cirujano jefe cortaba y remendaba con el brazo, introducido casi
hasta el codo, en su vientre. De aquella intervención salió con menos kilos,
pero tuvo que pasar 25 días en la UCI con 120 puntos de sutura encima. Ocho
meses de recuperación le condenaron de nuevo al sedentarismo total. Volvió a
engordar y aparecieron entonces las dos inmensas bolsas de grasa en las que se
han convertido sus piernas.
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